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Por Mariangel Coghlan |
La
arquitectura proveniente del viejo continente en combinación con las manos de
los constructores y artesanos mexicanos durante le época virreinal tuvo como
resultado, entre muchos otros, la construcción de maravillosos templos de una
calidad y características únicas en el mundo; de entre todas las obras de este
periodo sobresale como el rey de los conventos, por su majestuosidad y belleza,
Santo Domingo de Guzmán de Oaxaca.
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Por Mariangel Coghlan |
Para
llegar a este templo desde la plaza central de la ciudad de Oaxaca se recorre,
por poco menos de medio kilómetro, la calle de Macedonio Alcalá (en memoria del
compositor del vals “Dios nunca muere”), conocida simplemente como “el
corredor”. Esta hermosa avenida, cerrada a la circulación de automóviles, está rodeada
de acogedores cafecitos y restaurantes de comida típica donde se ofrecen
chapulines, tlayudas, tamales, quesillo, moles diversos, mezcal, y toda la
deliciosa variedad de la comida local. Igualmente, a lo largo de este recorrido
se pueden encontrar una enorme variedad de tiendas con alebrijes, alfarería de
barro negro, textiles multicolores, huipiles y vestidos de tehuana, entre
muchos otros artículos propios del estado; y, por si esto no fuera suficiente, en
el mismo tramo de Macedonio Alcalá se encuentran un importante número de
galerías donde uno puede apreciar o, si te alcanza, comprar cuadros de
Francisco Toledo, Rodolfo Morales y, en ocasiones, hasta de Rufino Tamayo.
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Al
final de este inigualable paseo que te introduce a la cultura, tradición, magia
e imaginación del hermoso estado de Oaxaca se encuentra la plaza que habita el
Convento de Santo Domingo. Esta plaza, adornada por múltiples agaves, es
comúnmente utilizada como escenario de diversas expresiones folklóricas y
populares de los pueblos indígenas de la zona.
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Todo
comenzó entre 1528 y 1529, cuando los primeros frailes predicadores de la Orden
de Santo Domingo —fundada en 1216 por Santo Domingo de Guzmán— arribaron a estas
tierras mixtecas y zapotecas. Estos misioneros, que tenían como encomienda la
evangelización de esta zona del mundo, aprendieron los idiomas locales y se
preocuparon afanosamente por conservar el espíritu y las tradiciones de estas
comunidades, y mantuvieron la identidad étnica de los pueblos de Oaxaca. Fue en
1575 cuando se iniciaron las obras del templo de Santo Domingo tomando como
ejemplo de planta arquitectónica el convento de San Esteban en Salamanca, España.
Los frailes lo habitaron, sin estar terminada la obra, en 1608, puesto que su
antigua morada, el templo de San Pablo, había sido derruido por los terremotos
que azotaron Oaxaca a principios del siglo XVII, y las obras principales fueron
terminadas hasta 1629.
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El
11 de agosto de 1859, como resultado de las leyes promovidas por Benito Juárez
(Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos de 1859, entre otras), los
frailes dominicos fueron expulsados de su propio templo, el culto religioso fue
suspendido por el Gobierno Federal, la nave principal fue utilizado como bodega
por el ejercito mexicano, los retablos fueron destruidos, y el espacio en
general fue maltratado para sustraer el oro de todos los objetos posibles y la
madera de las bancas fue utilizado para leña, hasta que nuevamente pasó a manos
de la Iglesia en 1902, bajo el mandato del presidente Porfirio Díaz. En 1976 se
realizó la última restauración del templo y del exconvento y, en 1979, el papa Juan
Pablo II visitó el recinto y celebró una Misa donde encomendó especialmente a
los enfermos.
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La
fachada, de formas renacentistas y sutiles manifestaciones del barroco, cumple
con la tradición eclesiástica de mirar hacia el poniente, y está dividida en
tres cuerpos horizontales y un remate. Los tres cuerpos, o secciones de la
fachada, están enmarcadas por dos columnas adosadas (adheridas al muro) de cada
lado. La parte central del segundo cuerpo enmarca a Santo Domingo de Guzmán y a
San Hipólito Mártir —Patrono de la Provincia de Oaxaca—, quienes sostienen en
sus hombros a la iglesia coronada por el Espíritu Santo. El remate de la
fachada presenta a las tres virtudes teologales: la Caridad en el centro y, a
sus lados, la Fe y la Esperanza.
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Por Mariangel Coghlan |
Los
dos campanarios que enmarcan toda la fachada llaman la atención por su poca
altura respecto al cuerpo principal; las razones de esta relativamente baja
altura pueden ser las de servir de contrafuertes que proporcionan mayor solidez
a la construcción, sobre todo considerando que se trata de una zona telúrica de
alto riesgo arquitectónico. Al lado izquierdo de esta monumental fachada se
encuentra el acceso al exconvento que actualmente recibe el nombre de Museo
Regional de Oaxaca y que, por lo extenso de sus tesoros y dimensiones, sería
tema de muchas colaboraciones más. Por lo pronto, nos adentramos a la nave
principal del templo.
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Una
vez que se cruza la puerta principal —enmarcada en un arco de medio punto (media
circunferencia)—, lo primero que capta toda la atención es la riquísima bóveda
que sostiene el coro y comprende el árbol genealógico de la familia de Santo
Domingo: el colorido y las formas creadas con estuco (mezcla de yeso y polvo de
mármol) de este espacio acusan la marcada influencia de los artesanos indígenas
locales.
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El
interior está dispuesto de una sola nave, con forma de cruz latina, y rodeada
de 10 capillas laterales intercomunicadas. La enorme bóveda mayor, ricamente
decorada con círculos, óvalos y medallones con innumerables personajes bíblicos,
presenta un intrincada red de entrelazos dorados que ofrecen la expresión del
barroco más excelso que se puede encontrar en México. La Capilla del Rosario, al
lado derecho de la nave principal, y construida hasta principios del siglo
XVIII, se familiariza en belleza con la Capilla del Rosario de Puebla.
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En
el patio trasero, originalmente la huerta, se encuentra en la actualidad el Jardín
Botánico de Oaxaca, el cual presenta una variedad muy amplia de especies
vegetales de la zona. El acceso a este jardín es por la parte trasera de todo
el conjunto dominico.
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La
estética de todo el conjunto es realmente hermosa, el tratamiento de los
espacios interiores y los materiales utilizados nos ayudan a disfrutar de cada
espacio creado. Recorriendo este maravilloso lugar se aprende verdaderamente de
diseño, es un paseo que no se deben perder.
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Por Mariangel Coghlan |
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Por Mariangel Coghlan |
¡Magnífico artículo! tanto en contenido histórico como fotográfico, muchas felicidades Mariangel.
ResponderEliminarFelicidades muy buen reportaje . Gerardo Baltazar
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