jueves, 28 de marzo de 2013

La Basílica de San Pedro


El día de hoy se celebra la Pascua. De alguna manera toda esta celebración mira hacia la ciudad eterna, Roma, y muy particularmente al templo que es centro de la cristiandad católica: la Basílica de San Pedro; la iglesia más grande y más visitada del mundo.

Basílica de San Pedro

La actual Basílica se cimienta sobre un templo que mandó a construir Constantino, en el siglo IV, sobre los restos mortales de San Pedro. Fue hasta principios del siglo XVI cuando el Papa Julio II decidió derribar aquella basílica para iniciar una larga construcción que daría lugar a la actual Basílica.

Basílica de San Pedro

por  Mariangel Coghlan

El primer arquitecto en dirigir la magna construcción fue el pintor y arquitecto Bramante, al cual le siguieron muchos otros arquitectos de gran prestigio, entre los cuales destacan Rafael Sanzio y Miguel Ángel Buonarroti —que se centró principalmente en la cúpula—, y fue terminada por Gian Lorenzo Bernini, a quien también se le debe la proyección de la Plaza de San Pedro. Fue en el año de 1626 que la Basílica fue consagrada por el papa Urbano VIII, aunque algunos aspectos más, como una de las sacristías, fueron completados hasta finales del siglo XVIII.

por  Mariangel Coghlan

El primer cuerpo arquitectónico que llama la atención desde gran distancia es la enorme cúpula: domina el paisaje romano desde grandes distancias; es un punto geográfico imprescindible para el visitante, así como lo sería la torre Eiffel en París, el Big Ben en Londres o la Torre Mayor en la Ciudad de México. Miguel Ángel esbozó los planos de esta cúpula a la edad de 72, aunque desafortunadamente falleció antes de la terminación de esta obra maestra. Su tamaño es de tales dimensiones que, desde algunos puntos adyacentes a la Basílica, parece que es desproporcionadamente mayor al cuerpo principal del templo.  


por  Mariangel Coghlan
por Mariangel Coghlan

Es interesante señalar que la Basílica de San Pedro no es la catedral propia del Papa, puesto que al Papa, como Obispo de Roma, le pertenece como sede episcopal la Basílica de San Juan de Letrán, otra de las cuatro basílicas mayores de Roma; siendo las otras dos, además de la de San Pedro, la Basílica de San Pablo Extramuros y la Basílica de Santa María la Mayor. Todas ellas de gran belleza arquitectónica y con una tradición de la piedad cristiana.

Basílica de San Juan de Letrán

Cuando uno se aproxima por la Via della Conciliazione, la avenida que llega frontalmente a la Basílica, las colosales proporciones de la fachada intimidad al espectador de tal manera que su extensión —principalmente la longitudinal—hace reflexionar a uno sobre la insignificancia de nuestro paso ante la historia, ante el arte, ante la fe. La fachada fue proyectada por Carlo Maderno, quien sabiamente se acopló a los requerimientos que la cúpula de Miguel Ángel requería estructural y visualmente. La ventana central de la fachada forma parte de la logia (galería o pórtico) desde la cual el Papa imparte su bendición urbiet orbi y desde donde el Cardenal decano anuncia al mundo el nombre del nuevo pontífice.


Por Mariangel Coghlan

Por Mariangel Coghlan

Por Mariangel Coghlan
Plaza de San Pedro

El interior tiene la configuración de una cruz latina, lo que significa que el brazo mayor (el que comprende desde la fachada principal hasta el altar mayor) tiene mayor longitud que el brazo menor o transepto. La nave central de la Basílica se separa de las naves laterales, relativamente estrechas, por cuatro gigantescas arcadas de cada lado. Sin olvidar la importancia religiosa de este templo, la aportación de los interiores al mundo artístico tiene un valor estético inigualable por ningún otro templo cristiano.

Por Mariangel Coghlan
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Uno de los ejemplos artísticos más sobresalientes es el de la Piedad de Miguel Ángel que se encuentra, entrando desde la Plaza de San Pedro, en la primera capilla del lado derecho. Esta maravillosa escultura, que Miguel Ángel realizó a los 24 años de edad, que muestra a una joven y hermosa virgen sosteniendo al cuerpo sin vida de Cristo, conmueve intensamente al observador por su profunda expresión de amor, dolor y esperanza de María hacia su hijo. Desafortunadamente esta Piedad está protegida por un grueso vidrio, debido a que en 1972 un demente visitante atacó la obra con un martillo, dañándole la cara y rompiéndole un brazo. Afortunadamente el equipo de restauración del Vaticano pudo restaurar la obra sin dejar secuelas de este insana agresión.

La Piedad de Miguel Angel

Pocos metros adelante, siempre con grandes colas de piadosos visitantes, se encuentran el sepulcro del querido papa Juan Pablo II. Ya más cerca al altar se halla la famosa estatua de bronce de San Pedro, creación de Arnolfo di Cambio —siglo XIII—, cuya tradición es que todo visitante debe besarle el pié izquierdo, por lo que a la fecha ya se le han desdibujado los dedos de ese pie.

San Pedro

Uno de los volúmenes más sobresalientes del interior es el baldaquino (templete formado por cuatro columnas cuyo objetivo es cobijar un altar) de Bernini, el mismo artista que diseñó la Plaza. Construido con bronce sobre el altar principal de la Basílica, arriba de la tumba de San Pedro, esta imponente obra representativa del barroco se caracteriza por unas hermosas columnas salomónicas (forma helicoidal).

por  Mariangel Coghlan

por  Mariangel Coghlan

Por Mariangel Coghlan

La celebración de la vigilia pascual en la Basílica de San Pedro es una de las celebraciones litúrgicas más ceremoniosas e inolvidables a la que uno puede asistir. Al inicio de esta celebración, como en cualquier iglesia del mundo, se apagan todas las luces y todos los feligreses cargan una vela, mientras que el Papa en persona enciende el Cirio Pascual (la gran vela que simboliza la luz de Cristo) y posteriormente recorre el pasillo central de la Basílica entre las miles de velas que se van iluminando a su paso; al llegar al altar principal se ilumina todo el interior, resplandeciendo de manera muy sobresaliente la ventana oval de alabastro que corona la catedral de San Pedro en el ábside (la parte de la iglesia situada en la cabecera, atrás del altar). El momento en que se ilumina la Basílica con los miles de asistentes, rodeados de todo este tesoro histórico y artístico, y precedidos por el Papa es en verdad un momento profundamente conmovedor.   

revistaecclesia

Al terminar una visita a la Basílica de San Pedro no hay que perderse los museos Vaticanos, es un recorrido que sin duda ¡vale la pena! Y después lo más recomendado es darse un paseo por las calles adyacentes al Vaticano —hay que recordar que la ciudad del Vaticano únicamente tiene un área de 44 hectáreas—, donde te puedes sentar en algún restaurante con mesas exteriores, rodeado de pequeños condóminos color ocre cubiertos con enredaderas, y degustar una deliciosa pasta de spaghetti, fetuccine o ravioli, acompañada de un inigualable vino de uva sangiovese de la Toscana, y escuchando a la distancia los melancólicos acordes de una acordeón tocando melodías napolitanas. ¡Toda una experiencia culinaria!

Por Mariangel Coghlan

Museos Vaticanos
por  Mariangel Coghlan

Efectivamente, esta es la iglesia más grande y visitada de la cristiandad; hay razones de peso para que sea así. Los tesoros artísticos, históricos y de fe que guarda, no hacen mas que acelerar el corazón del visitante que, por primera vez o por décima ocasión, se aproxima cruzando la Plaza de San Pedro hacia el interior de este templo; ahora sede de las celebraciones más importantes del nuevo Papa Francisco, el Papa de la caridad.

Papa Francisco I


¡Hasta la próxima!





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