La música es un arte temporal, ocurre en un lugar y momento preciso,
y sólo permanece en nuestra memoria, pero requiere de un espacio que permanezca
en el tiempo más allá de la interpretación instrumental o vocal.
Piano House en Huainan City, China
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Aunque la música y la arquitectura pertenecen a un grupo de
creaciones humanas que llamamos bellas artes, es difícil señalar qué es lo que
en esencia comparten para pertenecer a un mismo ámbito del esfuerzo intellectual
de los hombres y las mujeres. Sin embargo, es fácil notar, sobre todo en un
concierto en vivo, que la interdependencia de estas dos actividades artísticas
—arquitectura y música— es ineludible.
Arquitectura y música
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El espacio donde la música se interpreta tiene una influencia en
el escucha que va más allá de las características sonoras del lugar. Las particularidades
o belleza de una sala de conciertos aportan al disfrute del concierto de tal
manera que, a lo largo de la historia, algunos de los más grandes arquitectos
han dedicado sus mayores esfuerzos a la proyección de salas de conciertos que
han llegado a ser iconos en los paisajes visuales que identifican a algunas de
las ciudades más importantes del mundo.
Pensemos, por ejemplo, en la Ópera de Sídney, el Lincoln Center en
Nueva York, la Ópera Garnier de París, y el Teatro Colón de Buenos Aires; es
difícil imaginarse muchas ciudades sin estos espacios emblemáticos. En la
Ciudad de México, inequívocamente, tenemos al hermoso Palacio de Bellas Artes.
El proyecto original del Palacio de Bellas Artes, que en sus
inicios recibió el nombre de Teatro Nacional, fue realizado por el arquitecto
italiano Adamo Boari (1863-1928) en 1904. La construcción inició en 1905 y, por
distintos problemas técnicos y por la revolución, la obra fue interrumpida
durante muchos años. En 1932 la obra fue reasignada al arquitecto Ignacio
Mariscal, y a Alberto J. Pani como encargado de la ingeniería.
Con este nuevo equipo de trabajo el proyecto sufrió diversas
transformaciones, principalmente en los interiores, como se puede notar en el
acento art decó que estaba ausente en
el plan original. La obra fue finalmente inaugurada en el año de 1934.
Art Decó interior Palacio de Bellas Artes |
Art Decó interior Palacio de Bellas Artes |
Importantes artistas plásticos fueron contratados en la primera etapa de la construcción: Antonio Boni estuvo encargado de los desnudos de las fachadas laterales, Leonardo Bistolfi de los ornamentos en el frente, y el conjunto de la cópula la realizó Geza Maroti.
Esculturas Palacio de Bellas Artes |
Esculturas Palacio de Bellas Artes |
Esculturas Palacio de Bellas Artes
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El espectacular telón del escenario, con un peso de 22 toneladas,
está compuesto por un millón de cristales y fue armando, sobre un diseño de
Gerardo Murillo —Doctor Átl—, por la firma Tiffany de Nueva York.
Detalle de cortina de cristal Palacio de Bellas Artes
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De 2008 a 2010 se llevó a cabo una importante renovación de este
recinto artístico en la que se intervinieron plataformas, tramoya, escenario,
foso, iluminación, acústica, cabinas y butaquería. Si bien no faltó una ácida
crítica por parte del gremio de arquitectos y artistas de toda índole, puesto
que consideraron que algunas trasformaciones no correspondían a los proyectos originales
del Palacio, pienso que haber distanciado las filas de butacas y haber cambiado
la concha acústica del escenario fueron unas decisiones muy acertadas, puesto
que contribuyeron a la comodidad del espectador y a la mejora de la acústica
que, en un pasado, era muy deficiente sobre todo en la sección de Luneta
(planta baja).
Panorámica Palacio de Bellas Artes
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Desde su inauguración el Palacio de Bellas Artes fue sede de la
Orquesta Sinfónica Nacional; orquesta que fue inaugurada por Carlos Chávez en
1928 con el nombre de Orquesta Sinfónica de México. Algunos de los solistas más
destacados que han tocado acompañados por este orquesta representativa de
México, son Yo-yo Ma, Rostropovich, Jessye Norman, Federica von Stade,
Francisco Araiza y Plácido Domingo, entre muchos otros de los grandes artistas
del siglo XX y XXI. La dirección actual de la Orquesta Sinfónica Nacional está
a cargo de Carlos Miguel Prieto, uno de los directores mexicanos más
sobresalientes de los tiempos actuales.
Es importante recordar que el Palacio de Bellas Artes ofrece mucha
más que su sala principal de conciertos. Dentro de este emblemático recinto de
la cultura mexicana también se encuentra la Sala Manuel M. Ponce; el Museo del Palacio
de Bellas Artes; el Museo Nacional de Arquitectura; una galería con murales de algunos
de los más importantes artistas plásticos de México, tales como David Alfaro Siqueiros,
Diego Rivera, y Rufino Tamayo; además de un exquisito restaurante, librería y
tiendas de recuerdos y objetos artísticos.
El hombre en el cruce de caminios por Diego Rivera |
El hombre en el cruce de caminios por Diego Rivera |
Cuando sales del Palacio te cruzas con todo tipo de expresiones
artísticas, populares y culinarias que hablan de la multiplicidad cultural y
tradicional de México. Por ejemplo, puedes encontrarte cómicos y merolicos, el
vendedor de globos, el organillero, o el bolero que suple el rechinar del trapo
con un chiflido. No dejes de visitar algunos de los restaurantes de prominente
tradición aledaños a Bellas Artes, como el Café Tacuba; el Bar la Ópera —con su
famoso balazo de Villa en el techo—; la Casa de los Azulejos, que alberga un
Sanborns cuyas escaleras están rematadas por un mural de José Clemente Orozco;
y los deliciosos Churros el Moro que, desde 1935, son líderes de la “churrería”
mexicana.
Bar la Ópera
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Balazo de Villa en Bar la Ópera
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A unos pasos del Palacio no pierdas la oportunidad de caminar el
corredor peatonal de la calle Francisco I. Madero; visitar el Palacio de
Correos, inaugurado en 1907, una belleza ecléctica arquitectónica que muestra ejemplos
sobresalientes del plateresco, rococó, gótico, morisco, neoclásico, barroco y
art decó; y, por supuesto, la recién remodelada Alameda, donde puedes ser
testigo de una jugada profesional de ajedrez, un concierto de banda de alientos
y observar una pléyade de Reyes Magos durante el tiempo de epifanía que hacen
cuestionarse al niño más ingenuo: “¿No eran sólo tres los Reyes Magos?” A unas
pocas cuadras, los mariachis de Garibaldi.
Alameda Central
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Alameda Central |
Párate en la puerta principal del Palacio de Bellas Artes, observa
fijamente el entorno que te rodea y, sin dejar en pensar en el impactante
legado artístico a tus espaldas, escucha el sonido de la ciudad, los sonidos de
la historia, de los sueños, de la nostalgia, de la esperanza de todo
transeúnte; entonces experimentarás en carne propia, junto con Guadalupe Trigo,
la esencia de esta inigualable urbe:
“Mi ciudad es chinampa en un lago escondido,
es cenzontle que
busca en dónde hacer nido, rehilete que engaña la vista al girar… Mi ciudad es
la cuna de un niño dormido, es un bosque de espejos que cuida un castillo,
monumentos de gloria que velan su andar... Es un sol con penacho y sarape
veteado,
que en las noches se viste de charro,
y se pone a cantarle al amor.”
Mi ciudad es chinampa...
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¡Hasta la próxima!
Me encanta que en conjunto; el diseño, la arquitectura y la música hagan sentir tantas emociones.
ResponderEliminarTengo que regresar a Bellas Artes, hace mucho que no voy. Y después conocer los churros el moro! Que rico!
Mil gracias
No cabe duda que el centro de la ciudad de México, es una exquisitez a los sentidos, sentimientos, recuerdos y la historia pasada, presente y futura, visualmente en su arquitectura, arte y naturaleza. Para mí es una delicia, "andar" por el paseo de la reforma con sus múltiples opciones hacia izquierda y derecha, es cómo un laberinto asequible con cientos de opciones a disfrutar. La música acompaña con su arte a toda la ciudad, en sí misma es una sinfonía creándose día a día, gracias por detenernos a pensar en ello, saludos afectuosos Mariangel.
ResponderEliminarRosa María Rocha Maldonado.