lunes, 13 de agosto de 2012

De Young



Hay ocasiones en que la naturaleza, el arte y la belleza se fusionan de tal manera que se dificulta distinguir cuáles son los límites o alcances de cada uno; este es el caso del Museo de Young en el Golden Gate Park de la ciudad de San Francisco, California.
El Golden Gate Park, ubicado en la zona este de San Francisco, abarca un área de 411 hectáreas (para darnos una idea, la suma de las tres secciones del Bosque de Chapultepec comprenden 678 hectáreas), y su creación comenzó en el año de 1870 en una zona que todavía no era parte de la ciudad. Gracias al carácter y determinación de John McLaren, un diseñador de paisaje que, a partir de 1887, estuvo a cargo del desarrollo y mantenimiento del parque por 50 años, llegó a su madurez como centro neurálgico de recreación pública de esta hermosa ciudad. Con el temblor de 1906 que devastó San Francisco, el parque acobijó en casas de campaña a aproximadamente 200,000 ciudadanos que habían perdido sus hogares; en el mismo parque, mientras se reconstruía la ciudad, se improvisaron escuelas, organizadas por McLaren, para que los niños no perdieran la oportunidad de seguir asistiendo a clases. 

En el Golden Gate Park se encuentran, además de las amplias zonas arboladas (en ocasiones boscosas) propias de cualquier parque de grandes dimensiones, diversos jardines temáticos –como el jardín de rosas, otro de magnolias, el jardín Shakespeare donde se muestran muchas de las plantas mencionadas en sus obras, el famoso jardín del Té Japonés y, entre muchos otros, un enorme jardín botánico–, un invernadero construido en 1893, más de diez lagos, un campo de golf, campo de béisbol, canchas de basquetbol, establos, canchas de tenis y futbol, un estadio de atletismo, una concha acústica para conciertos y dos importantes museos: la Academia de Ciencias de California y el de Young Museum, tema central de la presente colaboración. Las actividades que se llevan a cabo en este parque comprenden desde arquería, clases de cerámica y dibujo o pintura, regatas de yates a escala, hasta lugares que se pueden rentar para celebrar una boda.  

Los antecedentes del actual de Young Museum se remontan al Edificio de Bellas Artes erigido en el Golden Gate Park con ocasión de la California Midwinter International Exposition en 1894. Los esfuerzos de Michael H. de Young, cofundador del periódico San Francisco Chronicle, para crecer y desarrollar este museo hicieron que, en su honor, se le nombrara, a partir de los años veinte del siglo pasado, como M. H. de Young Memorial Museum. A lo largo de los años sobrellevó numerosas transformaciones arquitectónicas, ya sea por razones de ampliación o por el desgaste de los materiales de construcción hasta que, por los daños estructurales sufridos en el temblor de 1989, se comenzó a estudiar una propuesta nueva de museo; de tal manera que hasta 1999 se contó, por fin, con un nuevo plan. El antiguo museo fue cerrado en diciembre del 2000 y el nuevo museo, encomendado a la firma Herzog & de Meuron, fue abierto en octubre de 2005. 
La firma Herzog & de Meuron fue fundada por los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron en 1978, quienes fueron acreedores al premio Pritzker en el 2001 y se caracterizan por la creación de relaciones espaciales originales por medio de la utilización de materiales innovadores. Entre sus obras destacan el Museo Tate de Londres y el inolvidable Estadio Nacional de Beijing (“Nido de pájaro”), destinado a los juegos olímpicos de 2008; ¡cómo no recordar esas olimpiadas con el Nido de pájaro!


El museo de Young, cubierto de cobre oxidado, embona como un elemento más del exuberante paisaje boscoso que lo rodea pero, al mismo tiempo, se levanta como un gigante monumento arquitectónico de excepcional dinamismo, innovación y belleza. Consta de tres pisos: el piso subterráneo destinado a exhibiciones especiales, un auditorio, un media room, y la planta baja de la tienda del museo que abarca hasta el siguiente piso y contiene excelentes colecciones de libros de arte. El segundo piso contiene otro auditorio; un exitoso café (siempre lleno); la entrada principal que muestra una obra titulada Drawn stone del británico Andy Goldsworthy –promotor de un movimiento artístico llamado earthworks, caracterizado por relacionar inseparablemente el paisaje con la obra de arte–, que está inspirada en la topografía dinámica de California; y el lobby, compuesto de generosos espacios y rematado por un mural en blanco y negro de Gerhard Richeter –considerado el artista plástico vivo cuyas obras han alcanzado los costos más altos a nivel mundial–, que representa la estructura atómica de un compuesto químico llamado Strontium titanate; y salas con exposiciones permanentes del arte nativo de Norteamérica, arte de todo el continente americano y arte del siglo XX. En el tercer piso se encuentran salas destinadas a África, Nueva Guinea, Oceanía, textiles y arte del siglo XX norteamericano.  

Todo este edificio está coronado, en su esquina noreste, de una dramática torre de caras triangulares y 43 metros de altura que ofrece, desde su observatorio en el nivel nueve, hermosas vistas panorámicas de la bahía de San Francisco.

Evidentemente, como en todo buen museo, las exposiciones temporales juegan un importante papel. En la actualidad se encuentran tres exhibiciones: una de fotografías de la colección de Trevor Traina (un importante empresario de la tecnología de San Francisco); la segunda está compuesta de obras de la Polinesia central y la tercera, que es la más visitada, es la titulada The Fashion World of Jean Paul Gaultier: From the Sidewalk to the Catwalk.

El controvertido diseñador de modas Jean Paul Gaultier, considerado como el enfant terrible de la alta moda parisina, y que ha vestido a personajes como Madonna y Marilyn Manson, muestra en esta nutrida exposición trabajos que comprenden desde los años setenta hasta el 2010. De especial interés en esta muestra es la utilización de maniquíes que son animados por medio de proyectores que reflejan en sus caras movimientos sincronizados de sus ojos y la boca con el texto que “hablan” por lo que, a momentos, parece que uno está frente a una persona de verdad.

Entre varios programas especiales, este museo ofrece el Artist Fellows, el cual consiste en que invitan, por un período de un año, a algún artista multidisciplinario para que comparta sus ideas, muestre sus trabajos en progreso y, finalmente, exponga sus obras realizadas durante ese tiempo en el Museo u otras sedes relacionadas. Otro de los programas más sobresalientes es el llamado Friday Nights at the de Young, donde artistas, curadores, académicos y educadores, junto con los invitados especiales –todos jóvenes entusiastas del arte– se reúnen para una noche de pintura, música en vivo, danza, películas, mesas de discusión, conferencias y tours especiales de las exhibiciones: un art happening, ¡o antro cultural!

Caminar en un parque y, más aún, en un bosque, es siempre agradable. Pero caminar por un bosque cuyos senderos te llevan a un diseño de paisaje que rodea una extraordinaria propuesta arquitectónica, cuyos interiores están repletos de un excelente trabajo museográfico con obras de gran valor artístico, hace preguntar al visitante: ¿dónde terminó la naturaleza, donde comenzó el arte, podemos separar por completo estas expresiones auténticas de la belleza? Si quieres vivir la experiencia de esta confusión estética, y tienes la oportunidad de hacerlo algún día, no dejes de visitar el Museo de Young en San Francisco.

¡Hasta la próxima!


2 comentarios:

  1. Te escuche en Martha DeBayle y ame tu pagina! justo ahora que estan construyendo mi casa aqui en Atlanta y quiero ideas muy Mexicanas padres y varias de tus ideas son justo lo que tengo en mente. Saludos regios desde Atlanta! (disculpas por la falta de acentos)
    Dorys

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    1. Muchas gracias, que gusto que nos hayas escuchado desde allá. Y pues mándanos tus planos y te hacemos una propuesta. Mándame un correo a mariangel@mcoghlan.mx

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Gracias por tus comentarios