
En pleno
centro histórico de Puebla, en la esquina de 5 de mayo y avenida 4 Poniente se
levanta, monumental, el templo de Santo Domingo con sus paredes exteriores de
color rojo carmesí y su extenso y limpio atrio.
El
religioso español Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), fundador de la Orden de
Predicadores, comúnmente llamados Dominicos, instituyó la norma de piedad
mariana más difundida en la Iglesia Católica: el rezo del Rosario. Es por esto
que, comúnmente, en todos los templos de esta orden se muestran claros indicios
de devoción a la Virgen del Rosario.
Los
primeros dominicos arribaron a Puebla entre 1532 ó 1533 y, sin existir
documentación que respalde la fecha exacta, el templo se acabó de construir poco
después de 1571. Al acceder a la nave principal de este templo llaman
inmediatamente la atención dos atributos: sus grandes dimensiones y el hermoso
retablo barroco que cubre el ábside (muro localizado en la cabecera de un
iglesia, atrás del altar mayor).
Caminando
en dirección hacia el altar mayor, al llegar hasta el fondo izquierdo del
templo, prudente, pequeña, impávida, como esperando ser descubierta, como en un
rincón encantado, un poco fría y un poco en penumbra, uno encuentra una de las
obras más grandiosas del barroco novohispano: la Capilla del Rosario. A Fr.
Agustín Hernández se debe su maravillosa arquitectura y fue consagrada el 16 de
abril de 1690.
La configuración de esta capilla es el de forma de cruz latina, esto es, comprende
un brazo mayor cruzado por un brazo menor (también llamado transepto). Todo el
espacio, los muros, el techo… ¡todo!, está hermosamente decorado con símbolos, alegorías,
ángeles, querubines, personajes del antiguo y nuevo testamente, santos y
santas, animales, frutas y un sinnúmero de figuras y relieves de estuco recubiertas
con láminas de oro de 24 quilates.

En la
bóveda se encuentran representadas las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza
y Caridad. Arriba del crucero (donde se atraviesan los brazos) se encuentra la cúpula,
que está coronada por el Espíritu Santo en forma de paloma y rodeada por ocho
imágenes que representan los siete dones del Espíritu Santo: Sabiduría,
Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios; además de la
imagen que representa a la Gracia Divina.

Del lado
derecho del ciprés (mirando desde el brazo principal) se encuentra un cuadro
que representa la Asunción de la Virgen; del lado izquierdo, la Coronación y,
detrás del ciprés, un tercero que contiene en su parte superior a la Gloria:
Dios padre y el Espíritu Santo, rodeados de coros angelicales portando rosarios
y, en su parte inferior, a la Exaltación del Rosario que comprende a la Virgen
con el niño Jesús en brazos y a Santo Domingo invitando a dos religiosos a
repartir el Rosarios a lo fieles que comparten esta devoción. Estos tres
cuadros, al igual que las obras ya mencionadas del cuerpo principal, son de
Rodríguez Carnero.

Antes de
partir de la Capilla, es importante dirigir la mirada hacia arriba y admirar el
balcón que compone el Coro que está rematado por Dios Padre rodeado de coros de
ángeles con instrumentos musicales.
Muchos
detalles, figuras y alegorías engalanan a la Capilla del Rosario; la mejor de las
narraciones no podría acercarse a su belleza, por eso, para hacerle justica, lo
más prudente es visitarla.
Y al salir
de esta insuperable joya del arte y la piedad, ¿por qué no aprovechar las
“joyas” culinarias poblanas? Por ejemplo, un mole, unas chalupas, un chile en
nogada, unas tortitas de Santa Clara… y una pasita (licor de uva pasa
acompañado de un trozo de queso y una pasa) que se sirve en una folklórica
cantina familiar, La Pasita, fundada en 1916, se encuentra en el tradicional
barrio de Los Sapos, en el centro histórico de Puebla.

La belleza
de la Capilla del Rosario, sus proporciones perfectas, su narrativa iconográfica
y sus dorados reales envuelven al espectador en un espacio arquitectónico de veneración,
oración y piedad que, lo menos que uno puede concluir de esta pequeña joya, es
que fue creada por manos mexicanas muy hábiles y pacientes pero, sobre todo,
con mucha fe y amor a su vocación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios