martes, 10 de septiembre de 2013

El trabajo de una entrega


Todo trabajo digno es camino que perfecciona a los seres humanos. 

12 matices por Mariangel Coghlan


El trabajo nos enaltece y fortalece el medio social, cultural y económico; el trabajo engrandece familias y levanta naciones. Con el trabajo de nuestras manos y nuestras mentes se concretan nuestras ilusiones más deseadas. Pero, para que el trabajo forje todos estos beneficios, debe implicar el cuidado de los detalles, el gusto por realizarlo y, sobre todo, debe concretarse en una obra bien terminada. 



Una de las partes más emocionantes de mi trabajo como interiorista es la de entregar un proyecto terminado. El momento en el que los dueños de una casa entran y la ven concluida; es una de las sensaciones más excitantes y emocionantes que vivimos en todo el proceso. Es, por mucho, la mayor satisfacción de haber realizado un trabajo bien hecho. 



Hace poco más de tres meses fui a una cita para conocer una casa que estaban remodelando; me encontré con el dueño y con el ingeniero que llevaba la obra. Desde que conocí los espacios me entusiasmé de trabajar en ese proyecto. Recorriendo el sitio comencé a imaginar  todo lo que se podría hacer en cada lugar y, afortunadamente, percibí que la pasión que yo siento por el diseño era comprendida y compartida por el dueño, lo que permite que el trabajo de interiorismo se convierta en un verdadero placer.



Después de recorrer el espacio personalmente, y conocer las necesidades y los gustos de los habitantes, estudio minuciosamente los planos y dialogo a fondo con mi equipo de diseño para llegar a la mejor propuesta en cada espacio de la casa. Gracias a este  excelente equipo detrabajo con el que cuento, es que puedo cumplir cabalmente y llegar tan lejos con mi trabajo. Este proyecto en concreto lo realicé de la mano de Sandra, diseñadora joven y entusiasta, que siempre se esfuerza para hacer algo nuevo, original y funcional, y con quien he realizado muchos de mis trabajos más sobresalientes.



Una vez que tuvimos el proyecto resuelto, citamos a los dueños en nuestra firma para presentarles la propuesta. Llego toda la familia: los papas y los hijos, quienes, a pesar de ser pequeños, opinaron y estuvieron muy pendientes, principalmente en todo lo referente a sus recamaras. Fue un encuentro muy cordial y amigable, en el que conocimos más a esta joven y encantadora familia.



Uno de las decisiones más importantes fue la de comprometernos a entregar en la fecha solicitada, lo que implicaría muchas horas extras de trabajo. Nunca olvidaré el día del compromiso de la entrega, pues era exactamente el día de mi aniversario de bodas.



El tamaño de esta casa en particular, que implicaba muchas decisiones y detalles, requirió que tuviéramos varias reuniones. La etapa en la que se van definiendo los espacios es un proceso en el que vamos conociendo más a la familia; nos enteramos de cómo viven, de sus costumbres, sus gustos, sus necesidades y, sobre todo, de sus sueños. Para mí es un privilegio y un honor que me tengan la confianza de conocer y participar en la intimidad familiar para poderles ayudar a elegir lo que más se acerca a sus aspiraciones.



Desde el día que visité esta obra percibí que, la puerta que comunicaba de la recámara principal al baño estaba mal ubicada. En el momento de recorrer la casa con el dueño y con el ingeniero no comenté nada hasta que lo estudié cuidadosamente en los planos y tuve la seguridad de que hacer la modificación mejoraría la percepción del espacio. No me arrepiento de esta sugerencia pues estoy convencida de que la recamara mejoró considerablemente al cambiar la ubicación, a pesar del costo y retraso en tiempo que implicó.


A la mitad del proyecto los clientes me escribieron lo siguiente: “Muchas gracias por inyectarle tanta imaginación, buena vibra, experiencia y emoción a nuestro proyecto. Sabemos que estamos con la mejor firma y con las mejores artistas del diseño, tenemos absoluta certeza de que con su ayuda la casa quedará espectacular”. 


Estas palabras, además de alentarme y emocionarme, aumentaron aún más mi nivel de compromiso, y hasta cierto punto me causaron un poco de nervios, pues siempre mi objetivo es superar las expectativas y cuando son tan altas el reto es mucho mayor.



Conforme se fue acercando la fecha de entrega, repasamos una y otra vez la lista de todo para comprobar que estuviéramos bien preparados para entregar en tiempo y con calidad. Siempre que llega el día del montaje, los clientes, mi equipo y yo, disfrutamos enormemente, pues es cuando vemos todo el proyecto hecho realidad. Generalmente la expectativa es mucha y, aunque cada detalle está planeado, siempre interviene algo de improvisación que hace el proceso sea más divertido.



Finalmente, llego el día tan esperado para realizar la entrega. Después de empujar al máximo el término de la producción y tener todo lo necesario a la mano, ¡nos llevamos la desilusión de que la casa no estaba lista! En un principio estas situaciones siempre producen frustración, pero nuestro compromiso es ofrecer una experiencia placentera para la familia y apoyarlos durante todo el proceso, así que: “Al mal tiempo, buena cara."




Programamos otra fecha, preparamos y organizamos nuevamente todo, y después de haber descargado dos camiones con mobiliario siete días más tarde, tristemente comprobamos que las casa, por segunda ocasión, ¡no estaba terminada! Por lo que el tercer camión ya no lo enviamos. Dejamos el mobiliario y accesorios en un solo espacio y sellamos todos los empaques para que no se les metiera polvo, pero los trabajos para que terminaran la casa requirieron que, una semana más tarde, tomara la decisión de recoger todo lo que habíamos llevado y lo enviamos a una bodega.



Tengo que reconocer que en todo este desgastante proceso de posponer la fecha de entrega el dueño de la casa fue verdaderamente ejemplar: nunca perdió la compostura, ni la paciencia, ni los buenos modos; se portó como un caballero en todo momento con el personal de mi firma y con los trabajadores de la obra. Nuestra encomienda era clara: cumplir con el compromiso y a pesar de que el retraso en la entrega no tenía nada que ver con nosotros tuvimos que reorganizarnos una vez más.




A pesar de que sabíamos que todavía habría gente trabajando en la casa, casi un mes después de lo planeado, acordamos entregar y hacer el montaje así, realizarlo simultáneamente con trabajadores es complicado y nos implica más tiempo, pero decidimos arriesgarnos y llevarlo a cabo. A mí me gusta pedir dos días para preparar la entrega y entonces hacer un recorrido con los clientes cuando la casa ya está lista para ser usada. Sin embargo, en esta ocasión, por tantos retrasos —ajenos a nuestro control—, ofrecí tener la casa terminada en un día.



Por supuesto que al día siguiente por la tarde a unas pocas horas de vernos con los dueños la casa estaba lejos de estar presentable. Cuando vi llegar al dueño, la casa estaba llena de cajas, desordenada y a medio montaje, casi me da un infarto; le pedí que nos diera un par de horas más. Corrimos lo más que pudimos para estar listos y, casi a las once de la noche, volvió con su esposa y sus hijos para ver su casa terminada.



Ésta es la mejor parte del trabajo, la que vale todos los desvelos, dolores de cabeza y angustias; no tiene precio la emoción de ver a una familia entrando a su nuevo hogar con toda la ilusión de encontrar algo que logre sorprenderlos y descubrir que lo hemos conseguido es la máxima satisfacción. La cara de emoción en sus rostros, las miradas cómplices entre ellos, los gritos de felicidad y asombro de los niños,  la sensación de alegría en el ambiente, hacen del encuentro una mágica e inolvidable experiencia.



Todo esto no es más que fruto de mucho trabajo, como los son todos los pequeños detalles que conforman cada día, como son las grandes obras que determinan la historia de la humanidad. Así es: el trabajo, desde el más sencillo o aparentemente humilde, hasta el más visible o trascendente, cuando se hace con cariño, dedicación y mucho esfuerzo, siempre reditúa en el bienestar de todas las personas implicadas y del contexto que nos rodea.



El trabajo es el medio por el cual todos los seres humanos tenemos la posibilidad de reinventarnos y de aportar a nuestro entorno, a nuestra comunidad; es nuestra manera de ofrecer al prójimo lo que sabemos hacer y queremos compartir, de tal manera que, por medio de nuestro trabajo, podemos colaborar en la conformación de un mundo más justo, libre y feliz. Con nuestro trabajo somos, de alguna manera, constructores de un mundo mejor.



¡Hasta la próxima! 

3 comentarios:

  1. muy bonito trabajo felicidades y que siga el exito saludos desde mexicali.

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  2. ... excelente trabajo, gusto exquisito !!!

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  3. Me encantó tu trabajo. Tu descripción y elocuencia. Felicidades!!!

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